YA VOY PARA AFUERA DEL RUEDO PERO ¿CUÁNDO FUE QUE ENTRÉ?

POR ING. FRANCISCO MORALES h.
Óscar Wild escribió: “Ten cuidado con lo que deseas; se puede convertir en realidad” y yo he deseado en mis ratos libres, ser un coach en el área financiera personal, pues es un área relacionada con todo, y es un tema del que no se habla y del que todas las personas merecen saber más o al menos ser escuchados cuando hacen preguntas al respecto, pero no le había puesto fecha a mi deseo pues me he sentido muy conforme escribiendo artículos al respecto y contestando los correos que me llegan, unos más diplomáticos que otros.
El coaching llegó cuando menos lo esperaba; me encontré por casualidad a un conocido, alguien a quien siempre he saludado cortésmente pero con el cual nunca había tenido una plática de más de tres minutos; si sabía que era un profesional internacional del área financiera muy exitoso y siempre me dio la impresión de tener todo lo que alguien hubiese querido tener o inclusive ser.
Me invitó a un buen café y quienes me conocen saben que es una invitación a la que no me puedo negar; yo pensé que tendríamos una plática corta, mientras durara el contenido de la tasa, nada trascendental ni mucho menos personal, una de esas platicas agradables pero nada más. Lo que sucedió a continuación del primer intercambio de palabras cambio mi perspectiva pues: “Caras vemos pero situaciones de vida no sabemos”.
Me comentó de entrada que lee esta columna y me felicitó por tocar un tema que muchos consideran tan tabú como el sexo, la política, el futbol y la religión, es decir temas de los que se evita hablar aunque le llamaba su atención, cómo ligaba yo las finanzas personales a casi todo y que para él, tenía sentido.
Hasta aquí todo bien pensé, luego dijo que estaba por retirarse en unos años y además con el 90 % de su sueldo (que envidia me dije a mi mismo), luego continuó: “Ya voy para afuera del ruedo pero ¿Cuándo fue que entré?, ni me di cuenta” y lo dijo con cierta tristeza.
Fíjate, continuó, que comencé a trabajar recién graduado de la universidad, luego fui al exterior a estudiar una maestría y antes de graduarme ya había conseguido entrar en la compañía para la que he trabajado toda mi vida. Me casé y viví para la familia y el trabajo, mejor dicho, al revés, para trabajar y para la familia, llegaron los hijos a los que les pude pagar la mejor y más cara educación, vivimos en países de Latinoamérica, Europa y Asia, con una vida social activa y un matrimonio aceptable, pero con el tiempo, el castillo de naipes se vino abajo. Me divorcié, mis hijos se fueron con su mamá que hoy vive en otro país; ellos no me quieren ver ni hablar pero sí me exigen su cheque de manutención mensual.
La vida ha pasado tan rápido que ni me he dado cuenta; en un “zas”, pasé de ser un muchacho estudiando su maestría y contratado para trabajar en una de las mejores empresas a un hombre maduro, que está próximo a retirarse, divorciado, solo y sin familia a quien ver o atender. Soy un cheque en la vida de mis hijos ¿Qué me pasó?
Vos en uno de tus artículos escribiste y bien me acuerdo que te lo cito textualmente: “El dinero no trae la felicidad pero cuando se va se la lleva” y yo tengo dinero pero no soy feliz. ¿Qué tenés que decirme?
“No hay almuerzo gratis” pensé, dicho popular que se podría extender a un “no hay una tasa de buen café gratis tampoco” pero bueno, ya sentado ahí, hablando con alguien real, que me comentaba situaciones de vida reales y difíciles de afrontar, pues algo tenía que decir y al momento no se me ocurría nada, tanta preparación, tantos libros leídos para quedarme mudo en mi primer oportunidad de ser un coach financiero.
Cuando pude hablar le dije que lo peor que puede hacer es sentirse víctima de sus propias circunstancias; el papel de víctima solo gana premios en películas no en la vida real, de la opinión de los demás no se vive. Pensá en lo bueno que has hecho en tu vida y en tus buenas decisiones. Si nadie te da cariño tenés que empezar a quererte vos mismo y no más autoreproches. Sé consciente que a pesar de lo que te hagan sentir, sos un buen padre, pues dar dinero a hijos que no te hablan ni te demuestran cariño es un acto de verdadero amor.
Pasamos un par de horas hablando. Al despedirse dijo: tenés que hacer un artículo de esta plática y debemos seguir hablando en otra oportunidad.