LA EVOLUCIÓN DE UN ABSCESO DENTAL

POR DRA. IDALIA HERRERA DE MORALES
Cuando los restos de comida entran en estas bolsas, las bacterias se comienzan a desarrollar formando los abscesos dentales periodontales.
Existe el peligro de que la infección alcance a otras partes del cuerpo, situación que puede llegar a ocasionar abscesos cerebrales, endocarditis, neumonías entre otras complicaciones.
Un absceso dental es una infección bucodental, manifestada en pequeñas bolsas de pus en diversas zonas del diente. Hay dos tipos: el absceso periapical que es en la punta de la raíz del diente y el absceso periodontal que ocurre en las encías.
Las causas de la aparición de los abscesos se pueden derivar de la enfermedad periodontal, de un diente dañado, roto, astillado, de una muela infectada por las caries dentales. Cuando una caries no se atiende por lo general progresa hasta atacar el nervio ya que las bacterias llegan a alcanzar la pulpa dental produciendo pequeños quistes.
La periodontitis es una enfermedad crónica que comienza con la infección de los tejidos de soporte y, en caso de no ser tratada, continúa con la movilidad dental, generando un absceso y finalmente, puede llegar a la pérdida de hueso aunada a la pérdida de las piezas.
En los casos más avanzados, se forman las bolsas periodontales, espacio que surge entre la pieza dental y la encía, propiciando un hábitat ideal para las colonias de bacterias presentes en la boca.
La enfermedad periodontal es la principal causa de los abscesos del periodonto y de no controlarse puede propagarse la infección llegando a alcanzar la mandíbula teniendo como consecuencia que el paciente desarrolle una osteomielitis en su mandíbula. Existe el peligro de que la infección alcance a otras partes del cuerpo, situación que puede llegar a ocasionar abscesos cerebrales, endocarditis, neumonías entre otras complicaciones.
En la enfermedad periodontal, las encías se separan de los dientes creándose las bolsas periodontales. Cuando los restos de comida entran en estas bolsas, las bacterias se comienzan a desarrollar formando los abscesos dentales periodontales.
Las bacterias de un diente infectado en realidad pueden propagarse en la sangre generando una septicemia. La septicemia es una infección en la sangre que generalmente ataca a las personas indiscriminadamente sin importar que sean muy jóvenes o mayores, y ataca especialmente a aquellas personas con un sistema inmunológico debilitado.
En algunos casos las bacterias de una pieza dental infectada pueden infiltrarse en los tejidos blandos de la cara y llegar a producir celulitis facial padecimiento que se define como una infección bacteriana en la piel, que la perfora produciendo una cicatriz en la zona para toda la vida.
Los síntomas de este problema incluyen dolor o sensibilidad en la cara, enrojecimiento de la piel, sarpullido, llagas y sensación de calor sobre la piel afectada. La celulitis facial puede conducir a padecer fiebre, temblores, escalofríos, vómitos y náuseas. La bacteria estafilococo o estreptococo es la más común de las bacterias que provoca el aparecimiento de celulitis.
En las infecciones dentales, el síntoma principal es un dolor intenso, continuo, agudo, pulsátil o punzante en los dientes.
Entre los signos y síntomas de un absceso dental se incluyen:
- Dolor persistente y palpitante que puede extenderse a la mandíbula, al cuello o al oído.
- Sensibilidad al calor y el frío.
- Sensibilidad a la presión de masticar o morder.
- Fiebre.
- Hinchazón en el rostro o la mejilla.
- Ganglios linfáticos inflamados y dolorosos debajo de la mandíbula o en el cuello.
- Brote repentino de olor y sabor desagradables, líquido salado en la boca y alivio del dolor si el absceso se rasga por sí solo.
Al sentir dolor en alguno de sus dientes, sangrado e inflamación o líquidos extraños que salen de las encías, sepa que estas son señales de la aparición de un absceso dental. De no atenderlo a tiempo puede llegar a ser muy perjudicial para su salud dental y su salud en general.
Al identificar algunos de los síntomas antes mencionados, lo ideal es que acuda de inmediato a la consulta con el dentista de su confianza.
Como profesionales de la odontología tomaremos medidas para frenar la infección y haremos nuestro mayor esfuerzo para evitar que la pieza dentaría se pierda.
Dependiendo del grado de complicación, es posible que se lleve a cabo el tratamiento de conductos mejor conocido como endodoncia, procedimiento en el cual se remueve el nervio afectado por el absceso y se sella la pieza dental.
Si la infección es imposible de curar al momento en que finalmente se haga presente al consultorio dental, el especialista deberá extraer el diente de donde proviene la infección. En caso de presentarse una infección severa, se puede extraer el diente o se puede necesitar una cirugía para drenar el absceso. Es posible que algunas personas deban ser hospitalizadas.
Siempre aconsejamos que la prevención sea su mejor medida de acción. Es importante que mantenga una excelente higiene dental, cepillándose tres veces por día sus dientes y utilizando el hilo dental dos veces al día por lo menos y en especial antes de acostarse; con estas simples medidas podemos sin lugar a dudas, reducir el riesgo de desarrollar este tipo de infecciones.
El descuido de un absceso dental, que es de origen bacteriano, evolucionará hasta formar un flemón dental, que es una inflamación localizada en la encía producida por una infección bacteriana que se origina en un diente, accede a la pulpa y llega hasta su raíz. Cuando esto ocurre, se forma un depósito de pus y se inflama el tejido blando de la zona, y en consecuencia los pacientes pierden su pieza dental.
Paciente que controla su infección dental a tiempo y previene la aparición y consiguiente evolución de un absceso dental: ¡Paciente feliz!