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  EL AGUA ES DE TODOS

Orvin Aguilar Posted On febrero 22, 2019



La crisis por escasez de agua, que estamos viviendo en el comienzo de la época de verano por el irregular período de lluvias y las consecuencias de la deforestación en las cuencas acuíferas, es una materia que debe estar en la carpeta de todas las oficinas de gobierno, pero no empapelada ni engavetada, sino a la vista de todos los funcionarios, desde el presidente de la República, los ministros de gobierno y de todos los alcaldes del país. Porque de una u otra forma, atender el suministro de agua potable entra en la agenda de responsabilidades de quienes tienen a su cargo la conducción de los asuntos del país en sus respectivos niveles.

Hay ciertas materias, como el caso del agua potable, que dada su particular naturaleza de ser el líquido vital, tiene que quedar al margen de la tradicional pugna política, puesto que el agua es clave para el futuro del país, para la salud y la sobrevivencia de los hondureños, y cuya gestión y administración  debe trascender y estar por encima del interés político de cada partido para convertirse en una política de Estado, sustentada sobre un amplio y sólido consenso.

Honduras tiene dos vertientes hidrográficas, hay abundantes ríos en el territorio nacional, hay numerosas fuentes de agua, de lo que carecemos es de un plan hidrológico nacional, que equivale a una política de manejo de agua, no solo el líquido que nos conceden los ríos,  sino el abundante agua que deberíamos almacenar en tiempos de lluvia, que se escapa sin ninguna posibilidad de aprovechamiento. La sociedad civil, que vive enfocada solo en determinado tema, debería provocar con las diferentes autoridades, Foros donde concurran además de los funcionarios, aquellos profesionales de la ingeniería que como parte integral de su formación han estudiado la materia.

Hace años se viene diciendo que Tegucigalpa  no tiene fuentes de agua, y que el único río que provee el líquido, el río Guacerique, tiene un caudal tan exiguo que apenas llena unos cuantos metros del embalse de la represa Los Laureles. Y como esté depósito no ha sido dragado desde hace mucho tiempo, el azolvamiento reduce su capacidad de embalse, por lo que las aguas lluvias que caen en la temporada se escapan sin que se les aproveche. En la zona sur  acontece algo parecido, el agua de la represa de Nacaome que rebalsa, se va a la nada, pudiendo ser direccionada a la capital para el debido procesamiento y uso. Nada más que esta decisión se ha empantanado cuando líderes regionales del sur se oponen a este proceso, alegando que no se les puede quitar un elemento natural que es de su exclusiva propiedad. Este es un concepto tan erróneo como aberrante, porque el agua es de todos los hondureños, y por lo tanto tiene que concebirse como un recurso común para garantizar tanto la cohesión social como la vertebración del territorio, y que está por encima de la triste como egoísta visión localista en la que caen algunas ciudades de nuestras regiones.

El Río Choluteca nace en la zona central y con su recorrido natural da beneficio a muchas comunidades del interior y aunque sus aguas contaminadas ya no son las corrientes de agua fresca de hace muchos años, en su proceso natural de movimiento le sirve a muchas comunidades de los departamentos que atraviesa. Sería descabellados que los capitalinos pusiéramos la rabieta diciendo que las aguas del rio Grande son intocables y que quien las quiera debe pagar la factura por el uso. Ante las recurrentes sequías que cada año se  van volviendo más críticas por el cambio climático, se impone que el gobierno central, a través de las secretarías respectivas convoque a un foro nacional para tratar exclusivamente el agotamiento del recurso para prevenir las consecuencias de la falta de agua y crear de una vez por todas, una política nacional de agua recogida en un plan hidrológico nacional.

Con un plan hidrológico,  Honduras podría trazar una estrategia nacional para tener soluciones a largo plazo para optimizar la gestión y uso del agua, y asegurar un reparto justo y equitativo entre las zonas más húmedas y las más secas del país, en lo que la política de trasvase de aguas juega un papel determinante.

Lo que no tiene sentido es que el exceso del caudal que tienen algunas cuencas se deje que se vaya al mar, mientras la población de las comunidades sufren el grave déficit hidrológico por la falta de lluvias o por el desperdicio de las aguas embalsadas. Ya es tiempo que los partidos políticos se sienten a trabajar para consensuar sobre la elaboración de un plan hidrológico nacional. Así son las cosas y así se las hemos contado hoy jueves 21 de febrero de 2019.





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