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Home » Honduras

Virgen de Suyapa, patrona de los hondureños

Orvin Aguilar Posted On febrero 4, 2019



 La diminuta imagen de Nuestra Señora de la Concepción de Suyapa fue hallada un sábado del mes de febrero de 1747, en un sitio llamado el Piligüín.

 Hay diversas versiones acerca de su descubrimiento, la más aceptada indica que un milagro se dio al ser encontrada por el obrero agrícola Alejandro Colindres a finales de enero o principios de febrero en 1747.

 Se considera que la estatuilla de la ‘Morenita’, de apenas 6.5 centímetros, tiene poderes milagrosos, por lo que se ha convertido en un verdadero símbolo de la fe de las y los hondureños.

 Hacia el Sudeste de la ciudad de Tegucigalpa, a unos ocho kilómetros de dicha capital, se encuentra el pueblo de Suyapa.

Derivación del nombre indígena “coyapa”, que significa “en el agua de las palmeras”.

En 1590, recién fundada la población del Real de Minas de San Miguel de Tegucigalpa, que es hoy la capital de Honduras, Carlos Ferrufino se presentó ante don Francisco Romero, lugarteniente del gobernador de la provincia de Honduras.

Y le pidió que, en nombre de Su Majestad, se le otorgasen unas tierras para cultivo y ganado, en un terreno llamado antiguamente “Supelecapa”, y hoy, “Hato de Enmedio”, contiguo a la finca “El Trapiche”, en donde se encuentra enclavada la aldea de Suyapa desde su establecimiento.

EL HALLAZGO DE LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA

Cerca de ahí está la montaña del Piligüín, vestida siempre de verde gracias al follaje de sus pinos abajo se divisa la campiña. Por entre los troncos se desliza un sendero que conduce a la ranchería de Suyapa.

Don Rafael Moreno Guillén, escribe:

“La señora Isabel Colindres era vecina de Suyapa y madre de numerosa familia”, despachaba a trabajar a sus hijos en las tierras de las montañas del Piligüín, en donde preparaban extensas milpas, un día bajaban de su trabajo dos hijos de la señora Colindres, sorprendiéndoles la noche a media jornada, por lo que dispusieron pernoctar en un lugar que se llama “Quebrada de Piligüín” y que, a la sazón, no tenía agua.

La noche era muy oscura y los jóvenes se acomodaron para dormir mientras llegaban los primeros rayos del alba, uno de los jóvenes labradores sintió que un pequeño objeto le molestaba el costado por donde descansaba y, creyendo que era algún fragmento de raíz o alguna piedrecilla, lo tiró lejos de sí.

Tan pronto como intentó dormirse sintió otra vez el mismo estorbo y, palpándolo, advirtió que era el mismo objeto que hacía poco había repudiado, por lo que se conformó con echarlo en su mochila, al despuntar la aurora, los jóvenes prosiguieron camino a casa de su madre.

¡Y cuál no sería el asombro de todos ellos al ver que el inoportuno objeto era una pequeña escultura en madera de la Santísima Virgen María!

Isabel Colindres, requerida por la Curia Eclesiástica de Comayagua (antigua capital de Honduras y sede del obispado) hizo una declaración jurada de ese hecho, a mediados de 1796.

En la casa de los Colindres comenzó este hermoso culto: primero se colocó la imagen de la Virgen en una mesa, rodeándola de flores, después, se la trasladó a un camarín, donde fue venerada por más de 20 años.

MILAGROS DE LA VIRGEN DE SUYAPA

Los habitantes de la aldea le tenían mucho cariño, cuando alguno enfermaba solían llevar la imagen a la casa del enfermo para que la Virgen lo visitara.

Un día enfermó don José de Zelaya. Un militar importante, dueño de la hacienda “El Trapiche”, situada como a un cuarto de legua de la aldea, en realidad ya estaba enfermo desde hacía tiempo y sufría mucho a causa de unos cálculos renales, Isabel Cilindres sabía de su enfermedad y le mandó un recado diciéndole que, si quería, podía enviarle la imagen de su Virgen.

Don José aceptó y trajeron a la Virgen en una especie de procesión, al llegar, el enfermo, fervoroso y contrito, le pidió su curación y le prometió construirle a cambio una ermita, tres días después el Señor Zelaya arrojó por vía urinaria las tres piedras que eran el tormento de su vida. Esto ocurrió en el año de 1768, pasaron casi diez años antes de que el señor Zelaya cumpliera su promesa.

Por fin el 28 de noviembre de 1777 el cabildo eclesiástico le dio el permiso de construir una capilla en su hacienda para que se celebrase en ella el sacrificio de la misa la bendición de la ermita que fue en el año de 1780.

Luego con el aumento de peregrinos fue necesario hacer continuas remodelaciones hasta llegar al estado actual, terminado en 1947, estos milagros se han ido repitiendo permanentemente.

EL TEMPLO

El 28 de noviembre de 1777, el Cabildo Eclesiástico de Comayagua dio licencia a don José de Zelaya, “para labrar y edificar en su hacienda, sita en el valle de Suyapa, una capilla para celebrar en ella la santa misa”.

La bendición de esta ermita, y la primera misa, se efectuaron en 1780, año en que fue edificada.

En 1943, el administrador apostólico del arzobispado de Tegucigalpa monseñor Emilio Morales Roque acordó, dispuso y mandó que se construyera el nuevo Santuario Nacional para la Patrona de Honduras integrando una junta pro construcción.

En el año 1954, un año esencialmente mariano, el tercer Arzobispo de Tegucigalpa, Monseñor José de la Cruz Turcios y Barahona, puso la primera piedra del que llegaría a ser uno de los santuarios más grandes de Centro América, y que espera su futura constitución como Santuario y Basílica Nacional.

El templo actual, de enormes proporciones, capaz de albergar a las multitudes que peregrinan a Suyapa, tiene 93 metros de longitud, 43 metros de altura en sus torres y 46 metros en la cúpula.

El diámetro de ésta es de 11.50 metros y la anchura de la nave central es de 13.50 metros.

El Santuario se encuentra en uno de los lugares más humildes de la ciudad.

Esto nos muestra la solidaridad de nuestra Madre con los más pobres y desamparados. Siempre vemos cómo la Santísima Virgen al igual que su divino Hijo se valen de los más humildes para manifestar su amor y su poder.

A este hermoso templo llegó el 8 de marzo de 1983 su santidad Juan Pablo II para rendir su tributo y devoción a la madre de Jesucristo oficiando una misa concelebrada con el arzobispo capitalino monseñor Héctor Enrique Santos y el obispo auxiliar monseñor Óscar A. Rodríguez hoy cardenal de la Iglesia Católica y titular de la Arquidiócesis de Tegucigalpa.

Como dijo muy bien el Papa Juan Pablo II en la Eucaristía que celebró en Suyapa:

“Un mismo nombre, María, modulado con diversas advocaciones, invocado con las mismas oraciones, pronunciado con idéntico amor… Aquí, el nombre de la Virgen de Suyapa tiene sabor de misericordia por parte de María y de reconocimiento de sus favores por parte del pueblo”.

Su exaltación como patrona de Honduras la hizo su santidad el Papa Pío XI en 1925 siendo Arzobispo de Tegucigalpa Monseñor Agustín Hombach prelado que decretó ese año el 3 de febrero como el día de la celebración patronal, con misa y oficio propios, ya que antes, desde su hallazgo hasta 1924 la festividad de Suyapa se celebraba el día de la Virgen de la Candelaria el 2 de febrero.

La Virgen de Suyapa es el símbolo de fe de los católicos hondureños y de muchos extranjeros que por esta época viajan a Tegucigalpa para visitar a la patrona de los hondureños que en 1969 fue declarada capitana de las Fuerzas Armadas de Honduras.

 

   ORACIÓN

Virgencita de Suyapa,

Madre de mi corazón,

únete siempre a mi espalda

como al niño que te halló,

guíame por el camino,

abrígame con tu amor,

condúceme al paraíso

donde no se oculta el Sol.

 

Cuando me venza el cansancio,

o me atenace la angustia,

cuando la muerte, a su paso,

haga despertar mis dudas,

Virgencita de Suyapa

ven a mi espalda en ayuda,

sostenme con tu mirada,

y mis lágrimas enjuga.

 

Reina de los hondureños,

con tus pequeñas manitas

rezas por el bien del pueblo

que en tu protección confía.

Virgencita de Suyapa,

morena de raza indígena,

¡cúbreme de paz el alma

hasta el final de mis días!





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